martes, 28 de abril de 2009

Globalización, homologación y competencias

* Harold Soberanis

Una de las últimas ideas que se ha expandido a nivel mundial, reflejo de una fase tardía del capitalismo, por lo demás un sistema en crisis, es la de la globalización. Tal idea significa, en términos capitalistas, la ampliación de mercados, productos y consumidores, pero nunca de la justicia o la igualdad. De esa cuenta, según la lógica perversa de este sistema, lo que hay que hacer es romper fronteras, al menos en sentido figurativo, y que tanto productos como seres humanos puedan movilizarse libremente para, como siempre, beneficio de todos, entendiendo por “todos” a los dueños del capital mundial.
Como parte de esa moda globalizadora, se ha iniciado desde hace unos pocos años y a nivel de la educación superior, un proceso de autoevaluación de todas las carreras que se ofrecen en las universidades. Dicho proceso tiene como finalidad última la homologación de estudios que, en un lenguaje más sencillo, significa que cualquier profesional, sea cual sea su especialidad, pueda movilizarse con facilidad a otro país y, sin tener que enfrentar todo el calvario burocrático que le permita ejercer su profesión, pueda hacerlo de manera fácil. En la Universidad de San Carlos, que es donde trabajo, este proceso está en marcha.
Lo que me preocupa de todo esto no es tanto que esta moda nos venga, como sucede siempre, de los centros de poder mundial quienes, a través de la imposición de estas políticas, se niegan a renunciar a su papel de dominadores. No. Lo que me preocupa y molesta es que nosotros, países periféricos y dependientes, aceptemos estas modas como si fuera la palabra de Dios. Sin chistar y como si fuera algo natural, seguimos los lineamientos de organismos internacionales al servicio del gran capital, bajo la amenaza que de no hacerlo, nos quedaremos al margen del progreso, seremos unos desfasados de la historia, pueblos trogloditas sin cultura ni futuro, etc; etc;
A todo esto me pregunto ¿y cuando hemos participado de la fiesta capitalista y sus innumerables bondades? Si acaso, hemos sido unos tristes espectadores que, del otro lado del cristal, contemplamos boquiabiertos el banquete que se sirve dentro (no recuerdo de quién es esta metáfora, pero viene muy bien al caso).
La historia de nuestros pueblos se ha construido sobre la base de la explotación, el abuso y el irrespeto. Tal herencia nos ha vuelto individuos sin conciencia, irreflexivos, sin sentido crítico de la realidad. El mismo modelo de educación que nos han impuesto, no es más que un modelo que busca reproducir el adocenamiento, la actitud acrítica, la mediocridad. Por eso somos indiferentes a las cosas que acontecen en el Estado. Ante la actividad política preferimos mantenernos al margen, permitiendo a todos los politiqueros que sigan haciendo de esta disciplina un negocio. Nuestra indiferencia les favorece a estos grupos, pues siempre son los mismos corruptos quienes “hacen” política, es decir, siguen despilfarrando y enriqueciéndose a nuestras costillas. Además de enriquecerse a costa de lo “político” han contribuido a pervertir la política, lo que ha provocado en la mayoría la percepción de que tal actividad es algo sucio, algo a lo que las personas decentes no se dedican.
Pues bien, esta actitud acrítica y conformista no nos permite reflexionar sobre el fenómeno de la globalización y todas las consecuencias que trae. Más arriba mencionaba que también la educación se ha visto afectada por esta moda globalizadora, de ahí que se haya iniciado el proceso de autoevaluación de todas las carreras.
A mi juicio, el problema no es éste, es decir, que se pretenda homologar las profesiones, si no que no seamos capaces de discernir y comprender la ideología de dominación que subyace a dicho proceso. Y lo peor aún, es que seamos los mismos docentes universitarios, supuestamente formadores de pensamiento crítico en nuestros estudiantes, quienes no nos cuestionemos sobre la conveniencia o no, sobre la validez o no, de tal homologación y la aceptemos y nos insertemos en dicho proceso sin la más mínima duda. Ahora resulta que no ha existido idea más genial que ésta, por lo que oponernos a ella es ir en contra del progreso y el bienestar de los pueblos. Es patético ver a algunos colegas desarrollando, dentro de la Universidad, talleres y conferencias sobre la necesidad y bondad de integrarnos a dicho proceso, pero con una actitud tan sumisa e irreflexiva que, de no saber que son universitarios, pensaríamos que son lideres de alguna secta religiosa que con la amenaza de irnos al infierno si no obedecemos, tratan de forzarnos a entrar al redil.
Y resulta tan ridícula esta moda que hasta en el lenguaje se hacen modificaciones. Ahora resulta que no hay que hablar de “objetivos”, sino de “competencias”. El lenguaje no es neutral e inocente respecto a la realidad de la que brota. Hablar de “competencias” revela una actitud un tanto egoísta e individualista, pues de lo que se trata no es de buscar objetivos en conjunto con el otro, sino de competir con el otro. ¿Y qué ideología fomenta la “competencia” y el individualismo? Una ideología que parte de la idea de que somos seres por naturaleza egoístas y que por lo tanto, de lo que se trata es de estimular tal egoísmo, pues éste nos llevará al bienestar y la felicidad.
Empero, no en todo el mundo aceptan estas modas como si nada. En España, por poner un ejemplo, hace pocos meses, los profesores y estudiantes de humanidades se han opuesto al Plan Bolonia, que es la versión europea de lo que para nosotros es el proceso de autoevaluación y homologación de las carreras. Se han opuesto a dicho plan, porque en él se establece que se deben reducir las horas de enseñanza de la filosofía en función de las materias científicas. Sin negar la importancia de la ciencia, no se puede concebir al ser humano alejado de aquella esfera del saber que cultiva el espíritu y el intelecto y que es, entre otras cosas, lo que nos diferencia del animal. La oposición al Plan Bolonia ha sido fuerte y han logrado algunas conquistas. ¿Por qué en Guatemala y sobre todo en la Universidad de San Carlos no se hace algo similar?
Ya sé que los profetas del mercado dirán que veo fantasmas donde no los hay y que sufro de algún tipo de esquizofrenia que me hace ver intrigas de grupos anónimos y oscuros que confabulan a nivel mundial para hacernos pensar lo que les conviene. Pues que digan lo que quieran. Lo que yo persigo es que nos tomemos, amigo lector, un tiempo para reflexionar sobre todo esto y tratemos de encontrar y analizar las creencias e ideas que, como trasfondo, sostienen esta moda globalizadora que ya ha impactado en todos los ámbitos de nuestra vida.
Es necesario que el tipo de educación que reciben nuestros hijos cambie y fomente en ellos el pensamiento crítico, la reflexión, el análisis y la comprensión de la realidad. Estas habilidades las estimula muy bien la filosofía, por eso he insistido, y seguiré insistiendo, en que la enseñanza de la filosofía es urgente a todo nivel educativo. Esta es la única salida para dejar de ser una sociedad adormecida y conformista.}

* Profesor titular del Departamento de Filosofía, Facultad de Humanidades, USAC.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Comparto estas ideas. No hay que olvidar que para el Capitalismo somos meros instrumentos de la producción, por lo tanto nos "capacitan" para continuar desarrollando nuestras "competencias" en ese norte. Por ello es importantísimo que todos abramos los ojos para ver en lo que quieren que nos convirtamos, meros engranajes de recambio en un mundo lleno de mercancías.
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jaimeco
P.S. Buen cambio en el diseño

Mr. H3rv45 dijo...

La homologación hará que lo discreto se vuelva evidente.