miércoles, 18 de febrero de 2009

Mito y Filosofía. De la magia a la Razón

* Harold Soberanis
Como sabemos, la cultura occidental tiene su asiento en los griegos de la época clásica. Este fue un pueblo muy particular en relación a otros pueblos antiguos. En efecto, mientras que muchos de estos pueblos tendieron a una explicación fantástica o mágica de la realidad que les circundaba, los griegos buscaron otras vías para encontrar la explicación de esa realidad. Esas otras vías fueron las de la Razón. Es bien sabido que, en el momento en que los griegos recurren a la Razón como facultad principal para penetrar la realidad en tanto totalidad, en ese instante surge quizá el mayor de los aportes que este pueblo hizo a la humanidad: la Filosofía.
En este sentido, la Filosofía griega tendrá pues, como nota distintiva el pretender ser una explicación racional y holística de la realidad. Esta característica marcará, definitivamente, el proyecto filosófico occidental, distinguiéndose, como señalé arriba, de cualquier otro modo de filosofar que pudiéramos encontrar en otras culturas. Hasta el día de hoy la Filosofía occidental, sea cual sea su orientación o tendencia, es un saber eminentemente racional.
Ahora bien, esto no significa que el pueblo griego, al igual que cualquier otro pueblo antiguo, no haya tenido en sus comienzos un pensamiento mágico por medio del cual buscaban explicarse la realidad circundante. En otras palabras, no podemos pensar que los griegos fueran totalmente racionales desde el comienzo de su historia. De hecho, es característica de toda sociedad humana, de toda cultura pequeña o grande, de todo individuo culto o no, tener un pensamiento mágico al que recurre para comprender algo de la realidad que le interpela o le sorprende.
En este sentido, los griegos no pueden sustraerse a este tipo de pensamiento que podríamos afirmar, es parte de la esencia misma del hombre. Así pues, también el pueblo griego recurre en sus comienzos a un pensamiento mágico para explicarse aquello que le sorprende y no logra comprender. Resultado de ello son los mitos, y ya sabemos que los griegos son grandes cultivadores de mitos, habiéndonos heredado una gran variedad de ellos, algunos verdaderamente hermosos. El mito es pues, un intento por explicarse esa realidad que les resulta incomprensible. Pero es un intento cargado de magia y elementos irracionales (no uso este término en sentido peyorativo), y por lo mismo, insuficiente.
Si bien es cierto el mito carece de racionalidad, lleva implícito en él (a la manera de la dialéctica hegeliana), el germen de lo racional que dará paso a la Filosofía. De ahí la importancia y el valor del mito para el pensamiento occidental. Algunos pensadores, incluso, han afirmado que, si el mito no hubiese existido, la filosofía nunca habría surgido pues ésta nace de la misma incapacidad de aquél por explicar la realidad. En un momento dado los hombres ya no se satisfacen con las explicaciones que da el mito y buscan otros caminos que les provean de certezas más firmes. Por eso surge la filosofía como un saber que proporciona verdades claras y distintas (al modo cartesiano).
Claro, también están la religión y la ciencia como respuestas a esa búsqueda de verdades firmes que necesitamos. Pero la religión, también está cargada de magia y por ello sus verdades no satisfacen a todos; y la ciencia, aún con su estructura racional, se muestra insuficiente para explicarnos aquellas cosas que escapan de los límites empíricos de la realidad. Por ello, la filosofía sigue siendo el saber más certero y confiable, aún con todas las crisis que ha tenido que enfrentar, sobretodo en estos tiempos posmodernos que corren. Sin embargo, el mito sigue siendo tan valioso como la filosofía por lo que no podemos despreciarlo y rechazarlo sin más, aunque tampoco debemos colocarlo por encima de la filosofía ya que ésta, afortunadamente, sigue siendo el saber más esperanzador y seguro.

*Profesor Titular, Departamento de Filosofía, Facultad de Humanidades, USAC.
haroldsoberanis@usac.edu.gt

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